Captura de Google Earth en la que se pueden observar las islas sumergidas al norte de Canarias |
Recientemente, el denominado proyecto Oceana nos ha
regalado inéditas imágenes sobre la vida en entornos oceánicos bastantes
desconocidos, concretamente en los bancos marinos Dacia y Tritón. Se trata de
auténticas islas submarinas que en cuanto a dimensiones poco tienen que
envidiar a las islas Canarias y que conservan un enorme interés para los biólogos
ya que suponen una increíble reserva de vida aún por estudiar.
El fondo del
océano, otro planeta
Resulta extraño que este archipiélago sumergido haya
pasado desapercibido para la opinión pública ya que se encuentra relativamente
cerca de Canarias; unos 200 kilómetros al norte de La Graciosa en el caso de
Tritón, unos 300 en el caso de Dacia. Tritón consta de dos cimas y tiene unos
60 kilómetros largo, 20 en el caso de Dacia. Se elevan a más de 2.000 metros de
altura sobre un fondo marino de unos 3.000 metros.
Hace unos años pude hablar de este tema con Alberto Brito Hernández, uno de los principales investigadores del BIOECOMAC, la Unidad de Investigación de Biología, Ecología Marina y Conservación del departamento de Biología Animal de la Universidad de La Laguna. Dentro del proyecto INDEMARES, estudian la vida que se puede encontrar en el banco de la Concepción, otra isla submarina situada a unos 70 kilómetros al noreste de Lanzarote. Según describía Brito, "sube desde los 2.000 metros de profundidad para quedarse a apenas 200 metros de la superficie. Tiene la cabeza plana y una superficie mayor que la de Tenerife. Se trata de una isla abortada".
Y es que los mares de la Tierra aún son un enorme misterio. Solo recientemente hemos podido conocer con detalle una mapa de los fondos marinos del planeta gracias a un ambicioso estudio llevado a cabo por el instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California. Aprovechando los datos del satélite Cryo Sat-2 de la Agencia Espacial Europea y del Jason-1 de la NASA, se recogieron registros sobre variaciones de gravedad. El resultado fue un atlas marino en el que se pueden observar miles de montañas inexploradas en los confines de los océanos. No pasan desapercibidos una cordillera en el Golfo de México del tamaño del estado de Texas, o una cresta en el Atlántico sur, al oeste de Angola, de unos 800 kilómetros de longitud.
Islas míticas
En el caso de Dacia y Tritón, Helena Álvarez, una de las científicas de la misión Oceana, habló abiertamente de "montañas que pueden ser consideradas 'otras islas Canarias' algunas de las cuales, aunque sumergidas, llegaron a emerger". Hace miles de años, el aspecto de nuestro archipiélago fue notoriamente distinto, con la presencia de islas que ahora no podemos observar. Es posible que el hundimiento de algunas de ellas hubiese ayudado a fabricar el mito de la Atlántida en una región ya considerada como mítica por los pueblos antiguos, un territorio más allá del mundo conocido en tiempos pretéritos. Ciertamente, la inmersión de Dacia o Tritón habría sido paulatina, a lo largo de siglos, no de la manera súbita y catastrófica que describe Platón en sus Diálogos de Critias (en el curso "de un solo día y una noche terribles", en referencia a la Atlántida). Pero de alguna forma, su existencia habría quedado grabada en la memoria colectiva de aquellas sociedades neolíticas que se lanzaron al océano en busca de nuevos territorios, y probablemente transmitidas de padres a hijos.
En cualquier caso, tenemos que destacar la ignorancia que aún guardamos en torno a los océanos, lo inexplorados que aún permanecen. En una era en la que miramos hacia fuera, buscamos nuevos planetas para poner la primera piedra de nuestro próximo hogar en nuestro camino por la conquista de nuevos territorios. Pero quizás la solución a la escasez de recursos de nuestro planeta y a la necesidad de colonizar otras regiones esté más cerca de lo que pensamos. Conocemos mejor la superficie de Marte que el fondo marino de la Tierra, esto es sabido. En un momento en el que las grandes aventuras espaciales están a medio gas por los recortes presupuestarios, no vislumbrándose un horizonte claro en el que el Hombre ponga su pie en otro mundo, probablemente haya llegado el momento de contemplar seriamente las posibilidades que ofrecen los mares de nuestro planeta.
Alberto Brito, investigador del BIOECOMAC |
El banco de la Concepción. Algunos de estos bancos superan en superficie a la isla de Tenerife |
En el caso de Dacia y Tritón, Helena Álvarez, una de las científicas de la misión Oceana, habló abiertamente de "montañas que pueden ser consideradas 'otras islas Canarias' algunas de las cuales, aunque sumergidas, llegaron a emerger". Hace miles de años, el aspecto de nuestro archipiélago fue notoriamente distinto, con la presencia de islas que ahora no podemos observar. Es posible que el hundimiento de algunas de ellas hubiese ayudado a fabricar el mito de la Atlántida en una región ya considerada como mítica por los pueblos antiguos, un territorio más allá del mundo conocido en tiempos pretéritos. Ciertamente, la inmersión de Dacia o Tritón habría sido paulatina, a lo largo de siglos, no de la manera súbita y catastrófica que describe Platón en sus Diálogos de Critias (en el curso "de un solo día y una noche terribles", en referencia a la Atlántida). Pero de alguna forma, su existencia habría quedado grabada en la memoria colectiva de aquellas sociedades neolíticas que se lanzaron al océano en busca de nuevos territorios, y probablemente transmitidas de padres a hijos.
En cualquier caso, tenemos que destacar la ignorancia que aún guardamos en torno a los océanos, lo inexplorados que aún permanecen. En una era en la que miramos hacia fuera, buscamos nuevos planetas para poner la primera piedra de nuestro próximo hogar en nuestro camino por la conquista de nuevos territorios. Pero quizás la solución a la escasez de recursos de nuestro planeta y a la necesidad de colonizar otras regiones esté más cerca de lo que pensamos. Conocemos mejor la superficie de Marte que el fondo marino de la Tierra, esto es sabido. En un momento en el que las grandes aventuras espaciales están a medio gas por los recortes presupuestarios, no vislumbrándose un horizonte claro en el que el Hombre ponga su pie en otro mundo, probablemente haya llegado el momento de contemplar seriamente las posibilidades que ofrecen los mares de nuestro planeta.
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